¿Por qué Bill Gates regala inodoros y no ventanas?

Alguna vez leí una breve referencia de porqué el creador de Microsoft, -una de las herramientas de la era digital que invadió el mundo-, había preferido dedicarse a perfeccionar y a regalar inodoros, y no precisamente a regalar “Windows”, que le hubiera salido mucho más fácil y más barato.

Podría simplemente haber anunciado: toda la gente pobre del planeta puede descargar “Windows”, gratis. Y hubiera quedado como un príncipe.

Pero observador de los problemas mundiales, como pocos, posiblemente con una percepción más aguda que la que poseen quienes dirigen las grandes organizaciones multilaterales globales, como la ONU, la OMS, la FAO, la UNESCO, etc., consideró que antes que aprender a utilizar “World” y “Excel”, los mil millones de pobres, tenían que superar ante todo y como punto de partida, el hambre.

De que le serviría Internet a un niño, acosado por el hambre, la desnutrición y las enfermedades, planteó Bill Gates.

De ahí que abandonó la presidencia de su poderosa empresa, para dedicarse a estudiar, con el más preciso detalle, de que se trata la pobreza extrema: gente sin vivienda, sin agua, madres desnutridas y analfabetas, niños que mueren por montones antes de los cinco años,  otros centenares que llegan sin suficientes neuronas a la escuela, enfermedades que les acortan la esperanza de vida; un ciclo de vida que los envuelve en una ola de miseria interminable.

Con su esposa Melinda, se metió de lleno al barro, para conocer de primera mano ese diario vivir,  de mucha gente, desde Haití, India, o África,  donde hay para escoger, cuando se trata de mirar de frente la miseria.

Como creando el software de la Miseria Mundial, Gates empezó a codificar tipos de pobreza desde la física hasta la mental. Luego se rodeó de científicos para impulsarlos a buscar soluciones concretas, a tanto mal. Malaria, madres sin asistencia de salud, partos prematuros, aguas sucias, desnutrición, falta de comida.

Sin pena, muchos lo recordarán, emprendió el concurso mundial para diseñar los más eficientes y económicos inodoros, como punto clave para la salud de un hogar, controlando desde el punto cero la emisión de aguas negras, en zonas donde –por supuesto- no existen los alcantarillados.

Unido a lo anterior, está el trabajo para controlar y erradicar la proliferación de mosquitos, portadores del virus del dengue y la malaria. Entre tanto, otros grupos trabajan en la capacitación de parteras en donde no existe un solo médico, para evitar que más madres mueran durante el embarazo o al momento de dar a luz un hijo.

El, le apuesta a erradicar las enfermedades infecciosas en el más corto tiempo. Pero también saca tiempo para pasearse por los laboratorios de biología vegetal, buscando como mejorar los cultivos de la alimentación básica, propios de esas comunidades.

Solo en un entorno caracterizado por mínimas condiciones de salubridad y nutrición, un niño puede superar la infancia, ir a una escuela y saber cómo aprovechar un Tablet. El lío es que no se trata de los habitantes de una aldea; de esas son miles en el mundo. ( Aunque también en aldeas y barrios de los Estados Unidos, trabaja incansablemente para ayudar a mejorar la educación primaria y secundaria, de la cual dice que no se sabe si es mejor arreglarla o volverla a hacer).

Entiende uno entonces porqué Gates se decidió a regalar inodoros y no “Windows”. En poco tiempo él le ha demostrado al mundo que es posible erradicar la miseria. Lo que permite también preguntarse qué ha hecho- por décadas- la burocracia internacional asentada en dichas organizaciones multilaterales para sacar a tanta gente de su lamentable condición? Hoy, creo que sabe más de mosquitos y enfermedades, Bill Gates, que el director de la Organización Mundial de la Salud.

De otro lado, también, es un mensaje para los países latinoamericanos, cuyos gobiernos al parecer todavía no tienen claro el orden de prioridades de una nación, pues parecería ser que los problemas mencionados, son algo exclusivo del Congo o Nigeria.

***GDA***

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