Las flotas de buques, que realizan sus faenas bajo la modalidad de pesca de arrastre, provocan la remoción de enormes cantidades de CO2 del lecho marino, en volúmenes tales que son comparables con las emisiones contaminantes que genera el transporte aéreo.
Ese es uno de los hallazgos de la investigación de un grupo de 26 científicos, a nivel mundial, que elaboró un mapa que soporta la necesidad de determinar amplias zonas de protección en los océanos, a fin de proteger los recursos pesqueros, para aumentar la oferta alimenticia y al mismo tiempo, reducir las emisiones de CO2 que van a la atmósfera.
Si se quieren cumplir las metas trazadas por las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, habria que proteger de aquí al 2030, un 30 por ciento del océano, partiendo de un 7 por ciento actual.
Proteger no equivale a recortar los suministros mundiales de productos pesqueros; más bien se trata de asegurar una mayor oferta de los mismos para el consumo futuro, han dicho los expertos, entre los cuales se cuentan Darcy Bradley, Juan Mayorga y Reniel Cabral, del Programa de Soluciones Ambientales, de la Universidad de California, en Santa Bárbara. Entre otros participantes, se cuentan investigadores de la Universidad Estatal de Oregon; la Universidad Estatal de Utah; la Universidad Dalhuosie de Nueva Escocia, la National Geographic y la Universidad de Montpellier.
En el estudio se calcula, por primera vez, el impacto de la pesca de arrastre en la liberación del CO2 del lecho marino, considerado el mayor depósito mundial, de este gas causante del calentamiento global.
Fuente: Universidad de California, Santa Bárbara
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