La tarea propuesta por las Naciones Unidas de ampliar la protección de zonas terrestres vulnerables, en un poco más de 2 millón de kilómetros cuadrados para el 2020, significa entrar a cuidar de inmediato el equivalente de 700 mil parques, del tamaño del Central Park de Nueva York.
Así lo han dimensionado investigadores del Departamento de Arquitectura del Paisaje Urbano, de la Universidad de Pensilvania, a fin de facilitar la comprensión de la labor que deben desarrollar a nivel local, muchas comunidades del mundo.
Para el efecto han construido, el que han denominado el “Atlas para el fin del mundo”, en contraste con el mapa global que dibujo Abraham Ortelius, hace 450 años, durante los cuales el hombre se propuso explotar, sin límites, el planeta entero.
En el juicioso trabajo adelantado por los expertos Richard Weller, Clare Hoch y Chieh Huang, identifica un total de 209 mil sitios, localizados en 235 países. Los mismos hacen parte de 398 ecoregiones, dentro de un gran total de 867 identificadas a nivel global.
Como ejemplo, ellos localizan una zona altamente sensible para su protección, como son los bosque localizados en la Costa Atlántica, que comprende el sur de Brasil, Paraguay y Argentina, donde apenas esta protegido un 8 por ciento del total de la superficie recomendada.
Coincidencialmente, dicen los expertos, como por arte del destino, las áreas prioritarias para la conservación de la biodiversidad, en las zonas terrestres del mundo, son asimismo las más ricas en el campo lingüístico.
Ver mas : http://penniur.upenn.edu/publications/atlas-for-the-end-of-the-world
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