Ante las crecientes importaciones de combustibles motor, cuya factura superó los US$36.000 millones, el año pasado, México busca reducir su dependencia, produciendo y refinando más petróleo, lo que lo aleja cada vez más de posibles compromisos ambientales.
Antes que frenar el uso de combustibles fósiles, México- en efecto- se ha venido preparando para aumentar su producción mediante la ampliación de 6 refinerías y la adquisición de una nueva en Texas, al tiempo que busca incrementar la producción nacional de crudo, según el análisis hecho por el investigador del Centro de Política de Energía Global, Adrian Duhalt, en la Universidad de Columbia.
Tales circunstancias hacen que en las diferentes instalaciones se queme más gas, agravando su entorno ambiental, indicó. En efecto, la quema de gas pasó de un volumen de 178 Millones de MPC, en el 2018, a cerca de 450 millones de MPC, en el 2022.
A la situación descrita, se agrega la que considera una complicada situación financiera de la empresa estatal Pemex, cuyas deudas de corto plazo se estiman en no menos de US$25.000 millones. Por otro lado, el gobierno tiene una alta dependencia de los ingresos petroleros, que han llegado a participar en más del 20 por ciento, del total del presupuesto de la nación.
Fuente: Universidad de Columbia
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