En su nuevo libro, el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Tufts, Michael Glennon, sostiene que el principal problema de prohibir falsedades es que para hacerlo se necesitaría crear el Ministerio de la Verdad Oficial con una lista interminable de las mismas, que no solo seria inevitablemente interesada, sino que también podría estar equivocada.
En su libro “Free Speech and Turbulent Freedom”, sostiene que la libertad de expresión es el alma de la democracia y corresponde a los individuos decidir por sí mismos que es verdad y que es falso; son las personas, y no el gobierno, las que deben juzgar que es mejor, para sus propios intereses.
El remedio contra los malos consejos, son los buenos consejos, no la censura, señala.
El remedio para las falsedades, es un mejor discurso y dejar que el “mercado de las ideas”, lo resuelva, anota.
Fuente: Universidad de Tufts
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