La cebolla dispara un gas que se ha formado en su interior, producto de de compuestos que ha extraído de la tierra y que al mismo tiempo le sirven para protegerse de los bichos que la asedian.
Al cortarla, para alguna labor culinaria, expele el gas y los ojos del cocinero arrojan lágrimas en su instinto de protección, en una acción instantánea impulsada por el cerebro. El gas es formado por compuestos de azufre que la cebolla toma de la tierra y su contenido es el ácido sulfónico.
La explicación es del oftalmólogo y profesor de cirugía de la Universidad de Texas A&M, Robert H. Rosa.
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