Por muy precisos que sean los algoritmos, los computadores no están capacitados para resolver los problemas sociales más persistentes en el mundo.
Un algoritmo puede indicar cuales pasajeros hubieran tenido más chance de salvarse en el Titanic, con una precisión del 97 por ciento, pero siempre queda espacio para el error, sostiene la profesora de la Universidad de Nueva York, Meredith Broussard.
El alcance del papel de los computadores, es precisamente el tema central de su nuevo libro ” La desinteligencia artificial” , donde advierte la necesidad de comprender los límites de las máquinas para resolver los problemas cotidianos.
Meredith, con títulos de Harvard y Columbia, trabajó como desarrolladora de software en AT&T, Laboratorios Bell y MIT.
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