Una ráfaga de emisiones de gases de las flotas de camiones movidos por combustibles fósiles, como el diésel, puede llevar partículas contaminantes hasta 500 metros más allá de las vías.
Pero no solo se trata de gases, sino también de partículas diminutas de neumáticos, pastillas de frenos y otros materiales de la carretera, que quedan suspendidos en el aire y pueden afectar la salud de las personas.
La cuestión en cuanto a la contaminación vehicular, no es tanto de cual es el numero de vehículos que transitan por una determinada vía, sino que tipo de vehículos y en que medida contaminan. Así lo plantea el profesor Reto Giere, del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad de Pensilvania.
En esta materia las regulaciones se quedan cortas, afirma, mientras que la población afectada por la contaminación atmosférica, es mucho mayor que la que padece por el agua sucia.
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