No lo afirma ahora, en la coyuntura del Coronavirus. Lo consignó en su libro que publicó hace dos años, donde detalla su larga experiencia como médico, que ha trabajado con más de 70 países, buscando soluciones contra las enfermedades infecciosas.
En su labor se colocó de frente, en Liberia, para luchar contra el Ébola. Mucho antes había trabajado con la Organización Mundial de la Salud, (OMS), como director de medicamentos esenciales.
Se trata del Dr. Jonathan Quick, profesor del Instituto de Salud Global de la Universidad de Duke, y quién, precisamente, acaba de ser nombrado como director de un proyecto lanzado por la Fundación Rockefeller, para obtener un enfoque integral para el manejo del Coronavirus.
Es una respuesta, al manejo que la administración Trump, que en sectores científicos se ha calificado como un “verdadero caos”.
No es extraño entonces, que el mencionado Dr. Quick, haya colocado como factor #1 para luchar contra una epidemia, el “liderazgo audaz”. Por falta de ese liderazgo- sostiene en su libro “El Fin de las Epidemias” (2018)- Brasil fue uno de los países que más se demoró en erradicar la viruela, no obstante ser para la época el director de la OMS, un brasileño.
Frente a fenómenos devastadores de la salud pública, como el que se enfrenta en la actualidad, las acciones de las autoridades se caracterizan con frecuencia por la “inacción”, originada en factores como el miedo, la arrogancia, la negación, la desorganización, la complacencia o los intereses financieros, sostiene Quick.
Aunque deja claro que enfrentar una epidemia, es como ” intentar nadar en medio de un tsunami” , formula en su libro 7 aspectos que considera claves al momento de emprender una tarea de esas dimensiones: 1) Liderazgo audaz, 2) Adecuación de los sistemas de salud, 3) Fijación de líneas de defensa: prevención, detección y respuesta, 4) Comunicación oportuna, 5) Invertir en innovación, 6) Gastar en prevención, antes de que se convierta en epidemia, 7) Comprometer a la ciudadanía.
De acuerdo con estudio realizado por la Universidad de Harvard, contratado por la Fundación Rockefeller, Estados Unidos, tendría que contratar a miles de pequeños laboratorios por todo el país, para realizar millones de test, que indiquen la realidad del contagio.
Para el efecto se requeriría un ejercicio de 300 mil operarios de salud, extras, lo que implicaría un costo del orden de US$3.000 millones, por día.
No obstante, se señala, ese costo es mucho menor a lo que se puede continuar perdiendo en términos de vidas y de la economía nacional.
Si se imponen dichos criterios, dice Quick, es posible ganarle la guerra a las epidemias. Si logramos llegar a la Luna, como no podremos obtener una victoria en estos casos!
Fuentes: Libro ” The End of Epidemics: The Looming Threat to Humanity and How to Stop it” / Universidad de Duke / Fundación Rockefeller
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