El cerebro infantil, no es un cerebro adulto en miniatura. El mismo madura durante la infancia y sus micro-cableados evolucionan de acuerdo con las instrucciones que recibe, en cada cada ambiente y cada cultura.
No se trata entonces de un cerebro estándar, sostienen científicos de las universidad de la Universidad Hebrea de Jerusalen, el Centro Médico Cedars-Sinai en Los Ángeles y la Universidad de Northeastern, en Boston.
De ahí que la primera infancia, donde el niño depende de las experiencias que le brinden sus cuidadores, constituye una etapa crítica para formar el cableado del “cerebro social”, clave para la vida adulta de una persona.
La función principal del cerebro no es pensar, sino anticipar y administrar las necesidades del cuerpo, como el agua, la sal y la glucosa.
Los bebés son incapaces de hacer esas cosas y dependen por completo de sus cuidadores, y posteriormente aprenden la forma de percibir y funcionar en el mundo, sostiene la Sicóloga, Lisa Barrett, profesora de Northeastern.
Por lo anterior, sostiene, los circuitos del cerebro humano no son idénticos, y se crean en función de las experiencias que se obtienen durante la infancia. De modo que el cerebro de un niño se desarrollara de manera diferente, dependiendo de que tan atentos estén sus padres, si viven en la pobreza y en que cultura crecen.
Con esos argumentos, los investigadores ponen en tela de juicio la creencia de que los cerebros vienen con los cableados completos.
Fuente: Universidad de Northeastern
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