El ejercicio no solo ayuda a reducir los niveles de riesgo de problemas cardiovasculares; también contribuye a reducir las ganas de comer.
En una investigación dirigida por el profesor de Radiología de la Escuela de Medicina de Harvard, Matthias Nahrendorf, se estableció, en pruebas con ratones, que el ejercicio reduce la actividad de una hormona que merma el apetito.
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