Si se quiere reducir el impacto ambiental de las ganaderías, a nivel global, es necesario empezar por recortar drásticamente el consumo de carne, en los países ricos.
Y en el mismo sentido, es necesario pensar en un impuesto al consumo de cárnicos, como debe ocurrir con cualquier producto que contamine a gran escala.
Se trata de algunas de las conclusiones formuladas por profesores e investigadores de la Universidad de Bonn. En ese sentido consideran que no es factible sostener un consumo per cápita de 80 kilos de carne, anualmente, como el que registra Europa; como tampoco la alta demanda de carne, en países como Estados Unidos y Australia.
Seria justo y razonable que los consumidores compartan el alto costo ambiental, que genera la ganadería intensiva; y que no se refleja en los precios al consumidor.
Los autores de la investigación son los el profesor Matin Qaim y el investigador de postdoctorado, Martin Parlasca.
Así como se habla de producción sostenible, debe empezarse a hablar de consumo sostenible. Los europeos no deberían consumir más de 20 kilos de carne por año, señalan.
Fuente: Universidad de Bonn
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