Como en la medicina, en la educación también se presenta el fenómeno de los efectos secundarios: lo que es bueno para unos, no necesariamente es bueno para todos.
La diferencia es que en la actividad de la salud, se definen y se publican los efectos colaterales de las fórmulas médicas; en el sistema educativo generalmente no es así. Y es de esa forma como lo plantea el profesor Yong Zhao, de la Facultad de Educación de la Universidad de Kansas.
La educación no es un juego de promedios. Sí, algunos modelos funcionan, pero a que costo? Se pone de ejemplo a los asiáticos por sus altas calificaciones en matemáticas, pero lo que no se dice es la poca confianza personal que tienen esos alumnos para aceptar trabajos en el propio campos de los números, sostiene Zhao.
Es claro que un médico no aplica la misma receta a todos sus pacientes, pero en la educación se da por sentado que lo que es bueno para unos es bueno para todos.
Los padres deberían exigir conocer los efectos secundarios de la educación que se le brinda al alumno en una determinada escuela, al igual que los consumidores lo hacen frente a las compañias farmacéuticas, que no de forma voluntaria, revelan el lado malo de sus medicamentos, sostiene.
“Deberíamos tratar a todos los niños como excepciones a la regla”, afirma Zhao.
Todas sus ideas están contenidas en su nuevo libro “What Works May Hurt”.
Fuente : Universidad de Kansas
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