Los puestos vacantes en hospitales y centros de salud, han llevado al sector, en los Estados Unidos, a un punto crítico, que los expertos han empezado a llamar “la gran renuncia”, pues profesionales y auxiliares se retiran de sus puestos de trabajo, a tasas cada vez más altas, para ir a buscar oficio en otros campos.
La crisis de “agotamiento” del personal de salud, venía de antes y se agravó con la pandemia, y ha adquirido rasgos de una emergencia nacional, se indica en diferentes informes.
Para el 2019, el déficit de médicos se estimó en 20.000 profesionales; los hospitales han perdido mas de 75.000 empleados en los últimos dos años, revela un análisis realizado por expertos del Hospital General de Massachusetts. Durante el primer año de la pandemia, murieron 3.600 trabajadores del sector, uno de cada tres, eran enfermeras.
En el mismo sentido, una investigación que abarcó 3.000 médicos, – entre los 29 y 65 años-dirigida por el profesor de Medicina de la Universidad de Stanford, Tait Shanafelt, confirmó una vez más que el gremio sufre del máximo nivel de agotamiento, riesgo de suicidio y un desencanto por su pobre realización personal.
Se trata del denominado “Síndrome del Impostor”, pues a pesar de sus logros profesionales y alta competencia, se consideran mucho menos realizados, que quienes se desempeñan en otras profesiones, se explica. La situación se refleja de manera más pronunciada, entre las mujeres, jóvenes profesionales y solteros.
Para tratar de paliar la crisis, Estados como el de Nueva York, han lanzado un plan de bonificaciones y estímulos para retener empleados, del orden de US$20.000 millones; en tanto que otras organizaciones, estructuran programas para fortalecer la atención y el bienestar, entre ellos para atender la salud mental de los propios profesionales de la medicina.
Fuentes: Hospital General de Massachusetts / Universidad de Stanford
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