Dejo a un lado su lucrativa profesión de publicista en Hawai para conocer de primera mano a los artesanos del sombrero que tiene una tradición de dos siglos, en dos pequeños pueblos del Ecuador.
Pero nadie habla del sombrero ecuatoriano pues su fama mundial la adquirió por haber sido comercializado originalmente en las tiendas del Canal de Panamá.
La historia cuenta que más de 50.000 soldados estadounidenses lo portaron en la guerra que sostuvieron por la colonias españolas, en las Islas del Caribe, hace mas de un siglo (1.898). Interesado por una artesanía tan bien elaborada Brent Black, viajó por primera vez, desde Hawai hasta Montecristi y Pile, hace 32 años. Regresó a casa con un cargamento de 4 mil dólares, en sombreros, que no dudó, tendrían demanda asegurada entre las oleadas de turistas de la Isla.
Posteriormente regresó para apoyar una industria artesanal que estaba en extincion, ante la avalancha del sombrero chino. Logro abrirles nuevos canales hacia compradores exclusivos, que han llegado a pagar hasta US$25.000 por un sombrero (2.008). Esa cantidad la repartió entre el veterano líder de los artesanos, Simon Espinal, y financiando obras para la comunidad, entre ellas una escuela.
Antes que pretender enriquecerse, decidió dedicarse a apoyar a los emprobrecidos artesanos, que apenas recibían escasos dólares por una pieza que muchas veces requería de la labor de varios meses. Hoy tiene operando una escuela con más de 50 jovenes artesanos, que esperan prolongar la vida de los auténticos sombreros “panameños”.
Brent, ahora con 71 años, vive en Oregon. Fue a la Universidad de Johns Hopkins, a estudiar medicina, en la que nunca ejerció. Cuenta la historia, eleborada por Ashley Stimpson, sobre el ex-alumno, que Brent para meterse de lleno a conocer la industria del sombrero en Ecuador, siguió dos premisas: a) No seas un gringo, y b) Vete hasta allá y mira que sucede.
Conoce al dedillo, todo el proceso, desde la recolección de la palma hasta su diseño final, pasando por el armado, la plantilla y el doblado; etapas que se sumplen a la parfección por parte de especialistas como el rematador, el azocador, el cortador y el planchador.. hasta completar una obra, a la medida de la cabeza del cliente.
Fuente: Universidad Johns Hopkins
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