Se estima que alrededor de 100 millones de toneladas de ropa entran cada año a los mercados del mundo. Pero poco se ha calculado sobre el impacto ambiental que se genera a lo largo del ciclo de vida de una prenda de vestir .
A semejante tarea se le ha medido un grupo de investigación dirigido por la doctora Sandra Roos, en la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Suecia.
A fin de estudiar la industria textil en toda su integridad, han identificado 30 diferentes sub- procesos, que van desde el cultivo de la fibra hasta cuando la prenda usada, se desecha. En ese sentido se estudia la carga ambiental en cada paso, y se precisa aun más el tipo de material usado, hasta el punto de medir el impacto de una prenda, teniendo cuenta si la misma se confeccionó con una fibra de algodón o una sintética. Además de calcular cuantas veces probablemente será usada.
Se estima asimismo el promedio de demanda de prendas por año, lo que implica un buen número de desplazamientos del consumidor hasta la tienda de ropa. Con todos esos elementos sobre la mesa, los investigadores distribuyeron el ciclo de vida de una prenda, así: 70 % en el proceso de fabricación;4 por ciento en distribución; 3 por ciento en lavandería; y 22 por ciento, en la serie de desplazamientos al comercio para adquirir las prendas. Esta última, precisamente, es la etapa más ineficiente de todas, según su conclusión, por el alto consumo de energía que representa.
El proyecto de investigación, que cumple cinco años, es respaldado por el sector privado y el gobierno, bajo la denominación de Mistra Future Fashion.
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