Los gorriones, por ejemplo, pierden peso y tienden a volverse anoréxicos, luego de consumir semillas rociadas con pesticidas.
Así lo revela una investigación adelantada por biólogos y ecólogos de las universidades de York, en Inglaterra, y Saskatchewan en Canadá.
Se trata de pesticidas conocidos como neonicotinoides, entre ellos el imidacloprid, utilizado ampliamente en la agricultura y que se creía que solo afectaba a los insectos. En pruebas con gorriones que fueron expuestos a dicho químico, se observó que en apenas seis horas habían perdido un 6 por ciento de su masa corporal, y reanudaban su vuelo con tres días de retraso.
El trabajo fue dirigido por la bióloga Bridget Stutchbury y la ecotoxicóloga Christsy Morrissey.
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