Una historia, poco conocida, se remonta al siglo XVI, cuando la iglesia católica disponía de un equipo médico, que entre otras cosas, tenia como oficio practicar autopsias a personas canonizadas.
Uno de los tantos casos, ocurrió en la persona de Fillipo Neri, un laico conocido como el Apóstol de Roma. Recién fallecido, por allá en 1.595, descubrieron con la autopsia que tenia un corazón muy grande, signo de que estaba lleno del amor de Dios.
Estos hallazgos, hacen parte de un reciente libro del profesor de historia de la Universidad de California, en Santa Bárbara, Brad Bouley, quién dedicó un buen tiempo a escrudiñar en los archivos secretos del Vaticano.
Según lo explica Bouley, la idea de la iglesia era conseguir evidencias de que la cercanía a Dios no era solamente un asunto espiritual, sino que igualmente influía en el cuerpo de la persona santificada. Encontró más de 30 casos de autopsias practicadas, inclusive en mujeres.
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