La comunidad científica, ha tomado la decisión de recomendar el inicio de la jornada escolar diaria, a partir de las 8 y 30 de la mañana, si se desea mejorar el rendimiento de los estudiantes de las escuelas de primaria y secundaria.
En ese sentido, la Academia Americana de Medicina del Sueño, considera que el sistema actual que obliga a niños y jóvenes a levantarse muy temprano para asistir a clases, no solo conlleva a un pobre rendimiento académico, sino que afecta seriamente su salud en aspectos tales como problemas de metabolismo, obesidad, depresión, mala conducta y, hasta el mayor riesgo de accidentes en sus actividades deportivas.
La clave está en contrarrestar la insuficiencia de sueño que se produce por ir en contravía del reloj biológico, y los factores de estrés que se disparan, con mayor énfasis en los menores de edad.
En contraste, con la garantía de poder dormir entre 8 y 10 horas , se logran claros avances en el interés y rendimiento de los alumnos en el aula, el menor numero de ausencias, menos síntomas depresivos y un mayor grado de compromiso.
De otro lado, como ganancia extra, se reducen las tasas de accidentes de tránsito.
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