
Un preso, sentenciado con pena de muerte, se prepara para ser fusilado por tres voluntarios, en una cárcel de Carolina del Sur.
El condenado, Brad Sigmon, eligió esta forma de morir, revivida durante la primera administración Trump, según explica el profesor de Jurisprudencia en Amherst College, Austin Sarat.
Dicha opción, que se suma a la silla eléctrica, la cámara de gas, la inyección letal, y el ahorcamiento – también revivido-, forma parte de una búsqueda morbosa de métodos de ejecución “mejores”, opina el catedrático.
Cada uno de esos métodos, se promocionó como humano, pero luego se considero que su uso era horripilante y ofensivo; existen dudas si la reanudación del fusilamiento puede servir para algo más que continuar con un sistema considerado una cruel excepción entre las sociedades modernas, señala Sarat.
Fuente: Amherst College, Massachusetts
Tu Opinión es importante