Las decisiones que tienden a estimular o sancionar a las personas, en muchos casos, terminan generando consecuencias que distorsionan el objetivo esperado.
Son numerosos los ejemplos, descritos en un nuevo libro, por el profesor de Economia y Estrategia, Uri Gneezy, en la Universidad de California, San Diego. Se trata de su obra “Mixed Signals”.
Es el caso del hospital cuyo slogan es “primero el paciente”, pero le paga al médico por el número de procedimientos ordenados, este gana más, aunque no signifique que el paciente estará mejor atendido y más sano.
El que recibe un incentivo por viaje realizado, como el caso del servicio de Uber, que estimula al conductor a manejar más rápido, no obstante que se le indique la importancia de la seguridad del pasajero.
El banquero que ofrece recompensas por la apertura de nuevas cuentas y el empleado que termina abriendo un sinnúmero de cuentas falsas, para ganar un ingreso extra.
El gerente que pregona el trabajo en equipo, pero otorga bonificaciones individuales.
La multa por enviar mensajes de texto cuando se conduce, que termina estimulando al conductor a utilizar el celular, cuando no hay un policía, poniendo en riesgo su vida.
El costo para la salud, cuando se deja de ir al gimnasio, por permanecer en casa para no perderse la serie de televisión, etc, etc.
Hay que recordar-dice el profesor- que cuando se establece un incentivo se estan enviando señales y no se puede dar por descontado, que cuando se establece una recompensa o una multa, se creará la consecuencia deseada.
Fuente: Universidad de California, San Diego
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