Divulgar la huella ambiental, debería ser el primer paso de todas las empresas, para abordar en serio, los compromisos adquiridos por los países, en las cumbres sobre el cambio climático.
De lo contrario, como sostienen algunos críticos, todo lo que viene es bla-bla-bla, dice el profesor emérito de Contabilidad, de la Universidad de Stanford, Stefan Reichelstein, quién sostiene que la divulgación de las emisiones contaminantes debería ser obligatoria para todas las empresas, no solo para las inscritas en bolsa, como ocurre en el Reino Unido, desde el 2013.
Así no hagan nada, es un primer paso, para enfrentar el problema; no puedes administrar lo que no mides, sostiene el profesor. El reporte de la huella ambiental, de entrada, advierte a los accionistas e inversionistas sobre la dimensión del problema que afrontan y sobre los riesgos de multas que los espera en el futuro, agrega.
Por lo pronto, no se trata de obligar a las compañías a pagar un impuesto por el carbono que emiten, – que tiene bastantes obstáculos políticos- sino de buscar transparencia sobre el asunto.
Las empresas en Inglaterra que hacen los reportes anuales, han logrado reducciones voluntarias de su huella ambiental, del orden del 8 por ciento, anotó Reichelstein.
Tales pasos, explica, prepararían el camino para políticas más agresivas en el futuro. Los informes no piden a las empresas que reduzcan, simplemente los obligaría a medir su huella de carbón y mostrar como ese número cambia ( o no) de un año a otro.
Al mismo tiempo, es bueno conocer los nombres y rostros de los gerentes, pues algún efecto tiene la picota pública.. a muchos les convendrá mostrar sus resultados, también en esta materia, señala.
Fuente: Universidad de Stanford
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