Las burbujas y espumas que generan los aceites en el proceso de lubricación de los motores y turbinas, no solo reducen su vida útil, sino que aceleran el desgaste de las piezas, que se oxidan más rápido de lo previsto.
Buscando alternativas a ese dolor de cabeza de la industria de los aceites, el profesor de ingenieria química de la Universidad de Stanford, Gerald Fuller, y su estudiante, Vineeth Chandran Suja, optaron por estudiar el proceso de lubricación del ojo humano.
Para el efecto, desarrollaron un método para analizar la capa líquida exterior del ojo, codificando los colores, al momento de la formación de burbujas, su evaporación, y densidad, entre otros aspectos.
Aplicando la técnica a los aceites lubricantes, encontraron porque éstos se vuelven más espumosos y menos efectivos.
Fuente: Universidad de Stanford
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