De manera similar a las estrategias seguidas, a lo largo de décadas, por la industria farmacéutica y la del tabaco, para ocultar o disimular los efectos de sus productos sobre la salud pública, ha actuado la industria de bebidas y alimentos.
Así lo sostiene, para el caso de la Coca-Cola, la profesora de la Universidad de Harvard, Susan Greenhalgh, quien siguió los pasos de una entidad impulsada por dicha compañía para influir sobre las políticas de salud en distintos países del mundo.
Se trata del denominado Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI), que opera en la actualidad en 17 naciones, incluida China. Después de revisar las acciones del Instituto en dicho país, durante los últimos 15 años, Greenhalg concluye que su influencia fue de gran alcance en el propósito de distorsionar los efectos de las bebidas azucaradas en aspectos como la obesidad.
ILSI tiene su sede principal en Washington, y oficinas en México, Costa Rica, Brasil, Argentina y Brasil, en la región latinoamericana.
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