Un equipo de investigación de biomecánica, en la Universidad de Cornell, ha calculado los riesgos de lesiones que enfrentan los nadadores, cuando clavan o se sumergen en el agua.
El agua es mil veces más densa que el aire, lo que explica el gran impacto que se genera cuando se pasa de un medio a otro, señala el profesor de Ingeniería Biológica, Sunghwan Jung, quién apoyó el trabajo del estudiante postdoctoral, Anupam Pandey.
Usando modelos del esqueleto humano, pudieron observar los riesgos que se corren con los diferente tipos de lanzamientos, – a diferentes alturas- y que pueden ocasionar lesiones en la clavícula, la columna vertebral y la rodilla.
Igualmente compararon lo que ocurre con los clavados que realizan algunos animales, como los delfines y los alcatraces. Estos últimos, por ejemplo, pueden sumergirse a una velocidad de hasta 24 metros por segundo, gracias a la forma de su pico, añadieron.
Para el caso de los humanos clavadistas, una zambullida con los pies para adelante, desde una altura superior a 15 metros, puede producir una lesión de rodilla.
Fuente: Universidad de Cornell
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