Sin máscaras, el virus sigue feliz, ocho meses después de haber aparecido; haciendo estragos entre la comunidad más vulnerable, con la complicidad o indiferencia, de quienes lideran la nación y sus acólitos, cuyos tapabocas solo usan para salir en las fotos.
Entre tanto, el número de muertes (oficiales) alcanza hoy la cifra de 230.000; aunque -como dice la artista Suzanne Brennan Firstenberg- no se trata de una simple cifra, sino de vidas humanas, que posiblemente no tendrían que morir todavía. Ella tomó la iniciativa de colocar banderas blancas, por cada estadounidense que ha perdido la vida por cuenta del Coronavirus, en un parque vecino al Capitolio Nacional, en Washington D.C ( ver la foto que encabeza esta nota).
Al tiempo, la propagación del virus ha repuntado en los últimos días, con un personal de salud que no da abasto, y con las unidades de cuidado intensivo repletas, en varios Estados, en donde algunas autoridades han preferido ocultar la alarmante situación ( por aquello de las elecciones).
Así las cosas, los pronósticos actualizados por parte de la Universidad Johns Hopkins, indican que para diciembre 31, se puede esperar que la mortalidad oscile entre los 328.000 y los 346.000 personas, dependiendo del grado de uso de las máscaras.
Fuente: Universidad Johns Hopkins
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