Si los grupos lo permiten, los jefes agresivos y dominantes, continuarán haciendo gala de esas prácticas con las que hace valer su poder.
Es sorprendente la tendencia generalizada a permitir que eso ocurra en las organizaciones; aunque no haya normas que así lo autoricen, dicen los investigadores en la Universidad de Stanford, al observar – mediante cuatro estudios diferentes- la tendencia generalizada de aceptar ese tipo de líderes, ya sea por respeto o por miedo.
Si esas prácticas, como el abuso verbal, no se penalizan, se perpetúan en la organización, sostienen; una sola mirada de desaprobación, puede empoderar a todo el grupo, para indicar al jefe o al compañero, que se ha pasado de la raya.
No se trata de confrontarlo o de elegir a alguien para derrocar al líder agresivo; se trata de llevar a cabo prácticas sutiles, para demostrar su inconformidad; la gente cree que tiene menos poder del que piensa, señalan sus autoras, la profesora de Comportamiento Organizacional, Deborah Gruenfeld y la estudiante de doctorado, Emily Reit, en la Escuela de Negocios de dicha universidad.
Fuente: Universidad de Stanford
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