Al momento de producir un vino y lanzarlo al mercado, el gusto del consumidor es casi lo de menos, pues los productores imponen su capricho y prefieren conquistar primero a los críticos y sus aliados en los medios de comunicación.
El consumidor , poco importa, pues al final del cuento, se presume su ignorancia sobre temas tan sofisticados como la cata de un derivado de la uva. Este precisamente ha sido un tema reciente de discusión en la Escuela de Negocios Kellogg, en la Universidad de Northwestern, de Chicago.
Al frente de la investigación estuvo el profesor de Mercadotecnia, Gregory Carpenter. Para el efecto hablaron con viticultores, distribuidores, vendedores, críticos de vino y consumidores, de Italia, Francia y Estados Unidos, a lo largo de cinco años.
En este caso, se trata de educar a los clientes, no de satisfacer sus deseos, cosa que puede servir de ejemplo para otros sectores de la economía, indicó Carpenter.
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