La estrategia de trabajar con- y para- los más ricos, sin agraviar a un ejército de votantes, -en su mayoria blancos- es la que ha refinado durante los últimos 40 años, el Partido Republicano, en los Estados Unidos.
Para el efecto dicho Partido, tiene dos campos de acción perfectamente diferenciados: la política económica, que se pacta con las grandes corporaciones; y la política electoral, que se estimula elevando el ego de los votantes blancos y montando una infraestructura de indignación, llevándolos a una guerra de identidad, sustentada en el racismo, la demonización del gobierno y la descalificacion de los demócratas (..los otros, .. los demás).
En resumen: dinero organizado, e indignación organizada. Algo que los autores de un nuevo libro, califican como el “populismo plutocrático”.
En medio de ese ambiente, la brecha abismal de la desigualdad económica y social, pasa desapercibida para los votantes republicanos, más interesados en temas como la blancura, las armas, las libertades individuales.
Con el ascenso de Trump, señalan, los plutócratas han obtenido casi todo lo que quieren, incluido un enorme recorte de impuestos para las corporaciones, las acciones ejecutivas que matan las regulaciones, sumado a una legión de jueces federales favorables a los negocios.
En lugar de responder a los desafíos reales a los que se enfrentan los votantes, agregan, el Partido Republicano, ofrece división y distracción, en forma prominente, sumada a la bilis racista alimentada con los Twitter del Presidente.
Sostienen que, mientras Trump y sus aliados de extrema derecha arrojan odio y mentiras, los republicanos en el Congreso y en los Estados, atacan los programas sociales y canalizan más y mas dinero al 0.1 por ciento de los estadounidenses.
Tales son algunos de los planteamientos de los autores de un nuevo libro que empieza a circular en los Estados Unidos: Déjenlos que coman “Tweets”.
Sus autores son los profesores de Ciencias Políticas, Jacob Hacker, de la Universidad de Yale, y Paul Pierson, de la Universidad de California, en Berkeley.
Fuente: Universidad de Yale
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