Las experiencias que se adquieren en las aulas y en el trabajo, no pueden expresarse ni en el papel, ni digitalmente.
Así lo sostiene el investigador del Instituto Sintef de Noruega, Tor Sporsem, al referirse al conocimiento “tácito” que solo se adquiere con la experiencia. Porqué es tan complicado replicar un plato de un chef reconocido o la forma en que un obrero prepara la mezcla de concreto y palpa su contenido, antes de vaciar la plancha? Simplemente porque la receta escrita no le dice a usted cuántas veces el chef probó el sabor y cuántas veces debió agregarle un determinado condimento; ni el medio ambiente en que se está preparando la mezcla, sostiene el experto en ingeniería informática.
En aras de la moda de la digitalización, se está olvidando en la enseñanza y en las empresas el valor de la experiencia como fuente de conocimiento, señala. Aquel que adquiere el conductor de ambulancia que sabe “leer” el tráfico; el administrador que conoce al detalle los edificios que cuida; el empleado de atención al cliente, que detecta al instante si el cliente tiene claro lo que desea.
No obstante – agrega- los gerentes pregonan el valor de la experiencia acumulada por sus empleados, como su principal activo; pero los quieren dotar de dispositivos digitales, que en muchos casos el trabajador considera irrelevante para realizar bien su labor.
Fuente: Instituto SINTEF- Noruega
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