No se trata de una competencia, entre humanos y robots; más bien la cuestión se centra en adoptar políticas para apoyar a la masa de trabajadores poco calificados, que se esta quedando atrás.
Es uno de los aspectos que ha contemplado la investigación que comprometió el trabajo de más de medio centenar de profesores e investigadores del Instituto Tecnólogico de Massachusetts -MIT- durante los dos últimos años, sobre el futuro del trabajo en los Estados Unidos.
El grupo dirigido por el profesor de Ingeniería Aeronáutica, David Mindell; el profesor de Economia, David Autor y la directora del Centro de Rendimiento Industrial, Elisabeth Reynolds, resumió sus principales hallazgos en 6 areas, advirtiendo que algunas observaciones tambien pueden ser válidas para otros países.
1- El cambio tecnológico (automatización, digitalización), es un proceso donde simultáneamente se eliminan y se crean trabajos.
2- Los impactos de la tecnología son graduales. No llegará el momento en que los robots suplantarán a los humanos, como se plantea continuamente. Ambos se complementan.
3- La mayor productividad que generar la adopción de la tecnología, no se ha traducido en mejores salarios y prestaciones sociales, para un segmento de trabajadores, como si ha ocurrido en otras economías industrializadas. Las instituciones de seguridad social han fallado.
4-Es urgente mejorar las condiciones laborales, remplazando instituciones y políticas que se establecieron para el pasado. Si muchos de los trabajos, son esenciales, como ha quedado demostrado con la actual pandemia, sus salarios deben estar acordes con su aporte y quienes los ejecutan deben participar de la prosperidad económica.
5- Es necesario mejorar las habilidades de la gente, especialmente para aquellos, que salieron de la secundaria y nunca obtuvieron un título universitario.
6-Es indispensable invertir en investigación para la innovación, con un mayor volumen de recursos del presupuesto del Estado. Hay que invertir en la gente y no solo en bienes de capital. Y otorgar incentivos fiscales a las empresas que capaciten y reentrenen a sus empleados.
Fuente: MIT
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